Ritualidades

Las puertas santas del camino

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Santiago de Compostela

Villafranca del Bierzo

Denominación

Apertura y cierre de la Puerta Santa (Santiago y Villafranca)
Otras denominaciones: Apertura y sellado de la Puerta de los Perdones (Santiago) o del Perdón (Villafranca)

Fechas

31 de diciembre previo y de los Años Santos
Descripción
01 Apertura Puerta del Perdón, Villafranca 2009 02 Apertura Puerta del Perdón, Villafranca 2009 03 Apertura Puerta del Perdón, Villafranca 2009 04 Apertura Puerta del Perdón, Villafranca 2009 05 Apertura Puerta del Perdón, Villafranca 2009

En la “Puerta Santa” de la Catedral de Santiago de Compostela se conjugan de modo ejemplar los ceremoniales litúrgicos propios del templo (en su apertura y sellado) con los gestos de tipo identitario, íntimos y personales, de los peregrinos que al mismo acuden durante los años jubilares. En Compostela, el origen del rito se sume en una neblina que distorsiona la correcta visión histórica.

La reducida y selecta nómina de templos que poseen “Puertas Santas” toman como referencia en su ritual el establecido en las de Roma (cuyo jubileo, que resonó en toda la Cristiandad, fue instituido por Bonifacio VIII en el 1300), vinculándose a los “años santos”, “años jubilares” o “años de las perdonanzas” esto es, aquellos señalados por la Iglesia para la obtención de ciertos beneficios espirituales, en función de una determinada cadencia o de forma extraordinaria, caso del año jubilar (del 7 de noviembre de 2020 al 5 de junio de 2022) otorgado por el papa Francisco a la Catedral de Burgos con motivo del 800 aniversario de la colocación de su primera piedra.

De raíz judaica y veterotestamentaria, el jubileo es una celebración religiosa establecida por la Iglesia (mediante concesión papal), durante la cual se otorgan ciertas indulgencias a los fieles que cumplan determinados requisitos. La Iglesia define las indulgencias como “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”. Estas indulgencias pueden ser parciales o plenarias y, en el segundo caso, suponer la completa remisión de las penas temporales impuestas tras el perdón de todos los pecados, lo que se traduce en una completa purificación del fiel. En el caso de los peregrinos jacobeos, consta su aplicación desde mediados del siglo XIII para aquellos que falleciesen antes de regresar a su hogar. Las indulgencias parciales en la Catedral de Santiago se documentan desde el siglo XIII, como reflejo de una realidad sin duda anterior.

Según ha demostrado el profesor López Alsina, no es probable que el jubileo in perpetuum compostelano sea anterior al siglo XV. Y ello pese a la supuesta bula Regis Æterni del papa Alejandro III (1179-1181), que, confirmando otra de tiempo del papa Calixto II (1119-1124), afirmaba que en los Años Santos Compostelanos se podía “ganar indulgencia plenaria todos los días”, y fuera de ellos, en las fiestas del martirio (25 de julio) y translatio (30 de diciembre) del Apóstol, y de la consagración de la Catedral compostelana (21 de marzo). El traslado y contenido de este presunto documento pontificio, cargado de anacronismos, es fruto de su elaboración bajomedieval (hacia el año 1500), recogiendo tradiciones bien establecidas en Santiago ya en el siglo anterior.

La celebración de los Años Santos Compostelanos (annos das Perdoanças como se denominan a mediados del siglo XV) es fehaciente desde principios del siglo XV (1428, o quizás 1417). En este caso, son Años Santos o Jubilares compostelanos aquellos en los que la festividad del Apóstol (25 de julio) coincide en domingo. Esto es, se suceden normalmente con una cadencia de 6-5-6-11 años, con las excepciones de 1885, 1938 y 2022, Años Santos extraordinarios por concesión especial de Roma, que extendieron el Jubileo de los establecidos (1886, 1937 y 2021), respectivamente atendiendo al reciente redescubrimiento de los restos apostólicos en 1879 (avalados oficialmente por el Vaticano en 1884), la Guerra Civil y la actual pandemia. Históricamente, los años jubilares compostelanos coinciden con una mayor afluencia de peregrinos, como se constata en el siglo XV con los peregrinos ingleses y refrendan los salvoconductos expedidos a los peregrinos de toda nación que fuesen a ganar el jubileo a Compostela por Juan II en 1434 y los Reyes Católicos en 1479. Este aumento exponencial de peregrinos en los años jubilares compostelanos es también un rasgo que caracteriza el moderno renacer del Camino de Santiago.

De los rituales asociados al jubileo compostelano, en el plano litúrgico sin duda el más universal es la ceremonia de apertura y sellado de la Puerta Santa, remedo de la de San Pedro de Roma, que ya en 1450 congregaba a gran número de fieles. A Alejandro VI, papa de origen valenciano, se debe la actual Puerta Santa vaticana y la definición del ritual de su apertura, con motivo del Jubileo de 1500. Junto a la de San Pedro, el rito se repite en las otras tres basílicas romanas: San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo extramuros.

En la Catedral de Santiago se estableció como “Puerta Santa” un acceso menor, situado en la cabecera del templo, entre la capilla central de la girola, dedicada al Salvador o al rey de Francia, y la absidiola inmediata por el lado de la Epístola, advocada a San Pedro da Cerca (luego de Mencía de Andrade y hoy a la Virgen de la Azucena). Sería éste el antiguo acceso a la Canónica, y antes aún, se tiene por la puerta de comunicación entre la Catedral y el inmediato monasterio de San Paio de Antealtares (Zepedano, 1870). Sea como fuere, su aspecto actual debe corresponder a las obras promovidas a inicios del siglo XVI por el arzobispo Alonso Fonseca III, al frente de la sede compostelana durante los jubileos de 1512 y 1518. Se la menciona de modo expreso ya en 1521. Fue recubierta hacia 1611 por el pórtico barroco que la encajona -en el que se reubicaron parte de las esculturas románicas del antiguo coro mateano-, coronado por las estatuas de Santiago, Atanasio y Teodoro como peregrinos, talladas por Pedro del Campo en 1649, y cerrado por una reja de hierro en 1744. La puerta actual que cierra el paso a la Catedral, de bronce y con relieves del ciclo de Santiago, es obra del escultor Suso León en 2003.

El simbolismo del paso de esta puerta queda expresado en el texto bíblico dispuesto en la cartela que hallamos sobre ella, tras franquearla: “esta es la casa de Dios y la Puerta del Cielo” (Gén., 28, 17). A esta significación, común al general de las portadas de las iglesias, se suma aquí el carácter excepcional de su apertura, vinculada a la celebración del jubileo compostelano. El ritual de apertura sigue el modelo establecido en Roma. En la tarde del 31 de diciembre previo al Año Santo, el arzobispo, al frente del cabildo y multitud de fieles, tras la celebración de la Eucaristía, se dirige en procesión que sale del templo por la Puerta de Platerías, hacia la Plaza de Quintana y el exterior de la Puerta Santa, donde comienza propiamente el rito de apertura. El Arzobispo, con el martillo en la mano, se aproxima a la puerta y dice “Abridme las puertas de la casa en que habita el Justo”, contestando el coro “Para que entre por ellas y alabe al Señor”. Acto seguido golpea la puerta por primera vez. Y prosigue: “Entraré en tu casa, Señor”, respondiendo el coro “Te adoraré con reverencia en tu santo templo”, tras lo cual, golpea la puerta por segunda vez. Y continúa “Abrid las puertas, que el Señor está con nosotros”, respondiendo el coro “Y dio muestras de su poder a Israel”. Tras ello, golpea con el martillo por tercera vez, se abre la puerta y cae el muro de piedra sin concertar que sellaba el paso. Tras nuevas oraciones y arrodillarse, el prelado traspasa la puerta, mientras que dos diáconos lavan sus dinteles y jambas con ramos de olivo impregnado en agua bendita. Tras entonar el Te Deum, y portando la cruz arzobispal, el prelado encabeza una procesión por el interior de la Catedral, desde la girola a la nave mayor, para concluir en el Pórtico de la Gloria, donde finaliza el ritual. La liturgia y ritual de cierre de la Puerta Santa, similar al de apertura, se realiza el día 31 de diciembre, como colofón al Año Santo. La procesión sale de la Catedral por la Puerta de Azabachería, llegando hasta la Puerta Santa, donde el prelado echa agua bendita e inciensa las piedras que la sellarán, colocando la primera de ellas. Terminado el rito, prosigue la procesión hacia la puerta de Platerías, por donde accede al interior cantando la antífona O Beate Iacobe.

La Puerta Santa es quizás el símbolo más reconocible del año jubilar, aunque, pese a la creencia popular, atravesarla no suponga en sí mismo la obtención de ninguna indulgencia, ni plenaria ni parcial. A estas últimas accedía el fiel en distintas partes de la Catedral -en los denominadas “honores”-, señalizados por cartelas y donde se depositaban además ofrendas, hecho documentado en Compostela desde el siglo XIII.

En la célebre Puerta del Perdón de la iglesia románica de Santiago de Villafranca del Bierzo, quiere una tradición bien asentada -aunque no avalada por documento histórico alguno-, que en los Años Santos Jacobeos obtengan el jubileo y la indulgencia plenaria aquellos peregrinos que, por motivos de salud, no pudieran alcanzar su meta compostelana. Desde las obras de 1948 que la liberaron, tras haber sido cegada, su ritual se apertura y cierre emula al descrito en Santiago.

Anexos

Copia (falsificada) del siglo XV de la bula Regis Æterni del Papa Alejandro III, confirmando el jubilero de la iglesia compostelana (Archivo de la Catedral de Santiago).

Ritual recogido en varios relatos de viajeros a Compostela (William Wey, Albani)

Cabildo de la S. I. Catedral de Santiago de Compostela

Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Caballeros de Santiago de Villafranca

Diócesis de Astorga

GARCÍA IGLESIAS, José Manuel, “La puerta de la Canónica de la catedral de Santiago de Compostela (¿1501-1506?)”, Quintana, 3, 2004, pp. 109-124.

LÓPEZ ALSINA, Fernando, “Años Santos Romanos y Años Santos Compostelanos”, en CAUCCI VON SAUCKEN, Paolo (ed.), Santiago, Roma, Jerusalén. Actas del III Congreso Internacional de Estudios Jacobeos, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 1999, pp. 213-242.

LÓPEZ FERREIRO, Antonio, Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, IV tomos, Imp. y Enc. del Seminario Conciliar Central, Santiago de Compostela, 1898-1911.

POMBO RODRÍGUEZ, Antón, “Ritos de los peregrinos en la Catedral de Santiago a través de los tiempos: del contacto con lo sagrado a la atracción por lo curioso”, en YZQUIERDO PEIRÓ, Ramón (dir.), Ceremonial, fiesta y liturgia en la catedral de Santiago, Consorcio de Santiago – Cabildo de la Catedral de Santiago, Santiago de Compostela, 2011, pp. 82-109.

ZEPEDANO Y CARNERO, José María, Historia y Descripción Arqueológica de la basílica compostelana, Imprenta de Soto Freire, Lugo, 1870, esp. pp. 124-130.

José Manuel Rodríguez Montañés [jmrmleon@gmail.com]

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