Ritualidades

Acarreo y amontonamiento de piedras

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Comunidades autónomas

Castilla y León

Provincias

León

Comarcas

Localidades

Foncebadón

Denominación

Acarreo y amontonamiento de piedras
Otras denominaciones: Milladoiros (gallego) / Montjoies (francés)

Fechas

Desde la Antigüedad hasta hoy
Descripción

Entre los ritos más antiguos y extendidos alusivos a los viajeros y a los caminos se encuentra el amontonamiento de piedras y su lanzamiento, gesto de sentido profiláctico y honda tradición, que, alcanzando una especial significación en lugares jacobeos como la Cruz de Fierro del Alto de Foncebadón, o en Triacastela, lo hallamos extendido a numerosos cruceros, humilladeros y encrucijadas, donde frecuentemente funcionaban a la vez como señalización. Una excepcional representación gráfica de esta costumbre la observamos en una de las tablas del ciclo de Santiago pintadas hacia 1434 por Nicolás Francés en el retablo mayor de la Catedral de León. Se trata de la dedicada a la traslación de los restos del Apóstol, donde, en su fondo, tras la pareja de acólitos que lleva el cuerpo de Santiago, el artista plasmó un crucero sobre gradas rodeadas de piedras, y a un peregrino jacobeo depositando una en el montón. Hoy en día constatamos esta práctica en muchos cruceros, mojones y parajes de la ruta, muchas veces por puro efecto imitativo.

El origen de esta costumbre se pierde en la noche de los tiempos, constatándose entre los pueblos prerromanos. Parece tener como base el amontonamiento de piedras con el fin de señalizar los caminos, sobre todo en los cruces, método ancestral y rudimentario cuya función práctica perfeccionan y amplían los miliarios romanos y los leguarios e hitos kilométricos modernos. Desde la Edad Media, estos hitos de piedras fueron frecuentemente coronados por cruces, al tiempo facilitando su visibilidad y sacralizando el lugar. Manteniendo el gesto, se superpone así el símbolo para cristianizar la antigua costumbre pagana de arrojar una piedra en el amontonamiento que rodeaba las imágenes de Mercurio (mittere lapidem in aceruum Mercurii) -dios protector de los caminantes, comerciantes y viajeros-, o de los Lares Viales y Compitales.

No siendo un ritual exclusivo del Camino de Santiago, es prueba de la trascendencia y pervivencia de la peregrinación compostelana el hecho de que, principalmente en el Camino Francés, hallemos testimonios de mantenimiento de este ritual desde los tiempos medievales hasta nuestros días. Sucede así en la coronación del mítico puerto del Monte Irago (portus montis Iraci lo denomina el Codex calixtinus), en el Alto de Foncebadón (León), que con sus 1.500 metros de altitud se erige en el techo del Camino más allá de las cumbres pirenaicas. Se alza aquí la célebre “Cruz de Fierro”, un sencillo mástil de madera rematado por la cruz de hierro que le da nombre (la antigua, hoy conservada en el Museo de los Caminos de Astorga), hincado sobre un espectacular amontonamiento de piedras, aportadas durante siglos por peregrinos y viajeros, incluidos los segadores que acudían como temporeros a los campos de Castilla. Otro acúmulo de piedras de forma piramidal (hoy sin cruz) lo encontramos unos 640 m al Norte de éste, junto al antiguo camino que conducía desde Foncebadón al despoblado de Las Tejedas, antiguo barrio de Folgoso del Monte. Por ambos pasó el P. Martín Sarmiento, en su “Viaje a Galicia” de 1744-1745, quien también refiere, en su visita al renombrado santuario de San Andrés de Teixido, la presencia junto a los caminos de “muchos Milladoiros o Humiliatorios desde donde se ve la Iglesia y son montones de piedras, como los de la Cruz de Ferro; conté más de nueve, y las más pareadas”.  En un documento de 1790 se especifica que, sobre todo durante el largo y crudo invierno, “cuida el vecindario de tener atalayas que señalan el paso”. Identificamos tales “atalayas” con estos montículos artificiales que señalan el paso, especialmente útiles en las copiosas nevadas que solían cerrar el puerto, correspondiendo al concejo de Foncebadón su mantenimiento.

No era el de Foncebadón el único ejemplo de este ritual en el Camino. Pasada la aldea de San Marcos, a 5 km de la Catedral compostelana, el Monte do Gozo (Mons Gaudii, o “Montjoie”, para los peregrinos de lengua franca, origen del “Monxoi” con el que también se le conoce) ofrece la primera visión directa de la ciudad de Santiago al peregrino. En el relato de su peregrinación, escrito en 1495, el monje servita alemán Herman Künig refiere que “junto a una cruz hay allí un gran montón de piedras”; hoy no hay ni rastro de ellas.

Por otro lado, el Liber peregrinationis, V del Códice Calixtino, redactado en la primera mitad del siglo XII, al referir los nombres de las localidades que atraviesa el Camino, alude a “Triacastela, ya en Galicia, al pie del mismo monte, donde los peregrinos cogen una piedra y la llevan consigo hasta Castañeda, para hacer cal con destinado a las obras de la basílica del Apóstol”. Debe ponderarse esta colaboración colectiva de los peregrinos en la construcción de la gran catedral compostelana, contribuyendo con el aporte de material a los caleros de Castañeda, pues pese a lo expreso de la referencia, su carácter sería más simbólico que efectivo.

De todos estos acarreos y amontonamientos de piedras aportadas por los viajeros, el de la maragata Cruz de Fierro es el que mantiene hoy día plena vitalidad, de nuevo gracias al renacimiento del Camino de Santiago verificado desde las últimas décadas del pasado siglo. Los nuevos tiempos han traído con ellos elementos novedosos, como el contacto con el mástil, acompañado de alguna invocación u oración, y algunos ciertamente impropios. Pues, aunque siguen siendo numerosos los peregrinos que aportan pequeñas piedras acarreadas desde sus lugares de origen, o bien lanzan una recogida en las inmediaciones (a veces con mensajes o simples firmas y fechas), es demasiado frecuente que tanto la base de piedras como el mástil de madera de la cruz se conviertan en improvisados receptores de todo tipo de elementos, desde botas deterioradas, lazos, banderas, conchas, fotografías, velas, papeles con mensajes… hasta epitafios y cajitas con cenizas de difuntos. El resultado de tal acumulación de objetos obliga a periódicas actuaciones de mantenimiento y limpieza, a cargo de las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago de Astorga y del Bierzo, y otros voluntarios del ámbito jacobeo. La linde entre el basurero y el icono del Camino y altar “laico” del peregrino es, ciertamente, estrecha.

Anexos

MORALEJO, A., TORRES, C. y FEO, J., Liber Sancti Jacobi. “Codex Calixtinus”, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2014, p. 536.

ÁLAMO, Fr. Mateo del y PÉREZ DE URBEL, Fr. Justo, Viaje a Galicia de Fray Martín Sarmiento (1754-1755), Instituto Sarmiento de Estudios Gallegos, Santiago de Compostela, 1950.

Retablo mayor de la Catedral de León. Tabla con la Traslación de Santiago (s. XV)

Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Astorga y Comarca

Asociación de Amigos del Camino de Santiago del Bierzo

IRIGOIN, Pierre, “Montjoies et oratoires”, Bulletin Monumental, XCIV-2, 1935, pp. 145-170.

LÓPEZ DE LOS MOZOS, José Ramón, “Algunas notas sobre la «Cruz de Ferro» de Foncebadón (León)”, Revista de Folklore, 45, 1981, pp. 31-34.

MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Martín, “Enigmas en Foncebadón”, Argutorio, 2, 1998, pp. 27-28.

PEÑA SANZ, Miguel, “Foncebadón, encrucijada de caminos al Bierzo”, Astorica, 11, 1992, pp. 113-155.

PLAZA BELTRÁN, Marta, “Cruces y cruceros. Antecedentes paganos y cristianización”, Proyección. Teología y mundo actual, 240, 2011, pp. 55-73.

PLAZA BELTRÁN, Marta, “Origen vías de penetración y expansión de cruces y cruceros en la Península Ibérica”, Hispania sacra, LXV, 131, 2013, pp. 7-28.

PLÖTZ, Robert, “El peregrino y su entorno. Historia, infraestructura y espacio”, Ad Limina, 3, 2012, pp. 165-180.

QUINTANA PRIETO, Augusto, “Foncebadón (Ensayo sobre su historia)”, en QUINTANA PRIETO, Augusto, Temas Bercianos, Bérgida, Ponferrada, t. I, 1983, pp. 119-273.

VÁZQUEZ DE PARGA, Luis, LACARRA, José María y URÍA RIÚ, Juan, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, CSIC, Madrid, t. II, 1948, pp. 282-284.

José Manuel Rodríguez Montañés [jmrmleon@gmail.com]

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