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Denominación
Bendición del peregrino.Fechas
Siglos XI-XXILa práctica ceremonial (ordines) y ritual de bendición de los peregrinos (pro fratribus in via dirigendis) otorga, respecto a los jacobeos, un especial protagonismo a dos de sus principales elementos identitarios, como son el morral, esportilla o escarcela, y el bordón o bastón, “defensa del hombre contra los lobos y los perros”, a decir del sermón Veneranda dies, del Códice Calixtino). A su evidente utilidad práctica, se añade así una fuerte carga simbólica, representando la escarcela la fe, la mortificación de la carne y la generosidad en las limosnas, y el bordón la esperanza y un tercer apoyo junto a sus piernas, dotándole de un sorprendente sentido trinitario (“símbolo de la fe en la Santísima Trinidad”, en la cual debe perseverar el peregrino, dice el citado sermón). Sobre el morral, el mismo texto refiere “que sea un saquito estrecho significa que el peregrino, confiado en el Señor, debe llevar consigo una pequeña y módica despensa. El que sea de cuero de una bestia muerta significa que el peregrino debe mortificar ayunos, con frío y desnudez, con penalidades y trabajos”. Y añade “el hecho de que no tenga ataduras, sino que esté abierto por la boca siempre, significa que el peregrino debe antes repartir sus propiedades con los pobres y por ello debe estar preparado para recibir y para dar”.
Con un carácter profiláctico, se invoca, en ambos casos, la protección divina hacia los peregrinos en su periplo, para que puedan conseguir el objetivo de acceder a Santiago y retornar sin contratiempo. El Liber Sancti Iacobi lo refiere así: “En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral, hábito de tu peregrinación, recibe este báculo que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago, y después de hecho el viaje, volver junto a nos con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”. Tras la confesión, ceremonia litúrgica y comunión de los peregrinos, en ocasiones la comunidad les acompañaba un trecho en su partida, a modo de procesión.
Este ritual litúrgico, de origen medieval, se practica, principalmente, en las iglesias desde la que parten los peregrinos. Una hermosa miniatura de un Pontifical romano de hacia el año 1500, conservado en la Biblioteca Municipal de Lyon (Ms. 0565, fol. 175bis), nos muestra al arzobispo bendiciendo los morrales y bordones, dispuestos sobre el altar. Hoy también, por extensión, la bendición del peregrino y el abrazo por parte del oficiante constituye un colofón a la liturgia de las numerosas “misas del peregrino” que se celebran en templos de las principales rutas jacobeas. Aunque atañe, fundamentalmente, a los fieles católicos que asisten a la eucaristía (es decir, a quienes peregrinan pietatis causa), su carácter socializante y el espíritu ecuménico al que se atienden en buen número de parroquias y comunidades religiosas, atraen a numerosos peregrinos, independientemente de sus creencias religiosas.
Varios textos litúrgicos medievales recogen el ceremonial de bendición del peregrino y sus atributos, así el Sacramentario de Vic (cód. XLVIII de la Biblioteca Capitular de Vic), de 1038, o en los de Roda y Lérida, también del siglo XI. A mediados de la siguiente centuria se refleja en el famoso sermón Veneranda Dies (Códice Calixtino, Lib. I, cap. XVII), que alude a la bendición del peregrino de este modo:
«Oh Dios, que sacaste a tu siervo Abraham de la ciudad de Ur de los caldeos, guardándolo en todas sus peregrinaciones, y que fuiste el guía del pueblo hebreo a través del desierto: te pedimos que te dignes guardar a estos siervos tuyos que, por amor de tu nombre, peregrinan a Compostela. Sé para ellos compañero en la marcha, guía en las encrucijadas, aliento en el cansancio, defensa en los peligros, albergue en el camino, sombra en el calor, luz en la oscuridad, consuelo en sus desalientos y firmeza en sus propósitos para que, por tu guía, lleguen incólumes al término de su camino y, enriquecidos de gracias y virtudes, vuelvan ilesos a sus casas, llenos de saludable y perenne alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén».
Y, sobre la bendición del morral y bordón:
“En nombre de Nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación para que castigado y enmendado te apresures en llegar a los pies de Santiago, a donde ansías llegar, y para que después de haber hecho el viaje vuelvas al lado nuestro con gozo, con la ayuda de Dios, que vive y reina por todos los siglos. Amén.
Recibe este báculo que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago y después de hecho el viaje, volver junto a nos con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.
Con escasas variantes, esta bendición del peregrino se repite hoy en numerosas iglesias del Camino (Roncesvalles, Santa María la Real de la Corte de Oviedo, San Juan del Hospital de Valencia, Zabaldika, Estella, O Cebreiro, Ferrol, Fuenterroble de Salvatierra, Laredo,…).
Miniatura de ca. 1500 del Pontifical romano, Ms. 0565, de la Bibliothèque Municipale de Lyon, fol. 175bis [http://initiale.irht.cnrs.fr/decor/62720]
Colegiata de Roncesvalles
Iglesia de San Juan del Hospital de Valencia
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HERBERS, Klaus y PLÖTZ, Robert, Caminaron a Santiago. Relatos de peregrinaciones al «fin del mundo», Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 1999.
PLÖTZ, Robert, “El peregrino y su entorno. Historia, infraestructura y espacio”, Ad Limina, III, 2012, pp. 165-180.
ROMANO ROCHA, Pedro, “El peregrino a Santiago y la oración de la Iglesia”, en MORALEJO ÁLVAREZ, Serafín y LÓPEZ ALSINA, Fernando (eds.), Santiago, Camino de Europa. Culto y Cultura en la peregrinación a Compostela, Xunta de Galicia-Fundación Caja de Madrid-Arzobispado de Santiago, Santiago de Compostela, 1993, pp. 17-35.
RUCQUOI, Adeline, Mille fois Compostelle, Les Belles Lettres, París, 2014, pp. 94-105.
VÁZQUEZ DE PARGA, Luis, LACARRA, José María y URÍA RIÚ, Juan, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, CSIC, Madrid, t. I, 1948, pp. 137-143; t. III, 1949, pp. 145-147.
José Manuel Rodríguez Montañés [jmrmleon@gmail.com]
Bendición del peregrino y sus atributos simbólicos
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