Cuando llega septiembre, el bando de Nuestra Señora Virgen de Guía de LLanes, toma protagonismo en el contexto ritual de esta localidad costera. En esta ocasión, es el día ocho e momento más importante y donde se suceden los actos en honor a esta imagen.

Al igual que sucede en otras poblaciones de la costa, en Llanes la leyenda de la Virgen de Guía, encuentra su origen en el mar y en los peligros que este ha ido ofreciendo a quienes tienen en este espacio su medio de vida. Las inclemencias y dificultades de un temporal fueron solventadas gracias a la ayuda divina. Al parecer una imagen tallada de la “madre de dios” apareció en un madero y puso en evidencia el milagro.

Sea de esta u otra forma, la realidad nos brinda la oportunidad de conocer un interesante proceso ritual que gira alrededor de la “Guía” y que demuestra una forma de expresar el sentimiento hacía una imagen de manera colectiva.

En la fiesta de septiembre, junto a la Basílica y las calles de Llanes, adquiere protagonismo la ermita de la Virgen de Guía, lugar situado en una colina y que se convierte en el espacio central de esta festividad.

Entre los distintos elementos que componen esta celebración destaca la danza de Arcos, una agrupación estrechamente vinculada con el bando de Guía y que tiene un papel protagonista en el desarrollo de la fiesta.

La danza de Arcos es interpretada por niños, y aunque no tiene un número fijo, normalmente esta formado por diez o doce parejas (niño y niña). La vestimenta de los danzantes es blanca por completo, destacando únicamente el fajín azul celeste que les rodea la cintura y la banda que llevan los niños del mismo color. El grupo de danza suele reunirse para ensayar un mes antes del ocho de septiembre.

Entre los requisitos existentes para formar parte de la danza, se encuentra el de la edad (haber realizado la Primera Comunión) y también el de la pertenencia al bando de la Virgen de Guía, institución encargada de la organización de esta ocasión festiva.

Acompañados por la banda de música, que es quién interpreta los sonidos para que se produzca la danza, esta se ejecuta siguiendo una serie de movimientos que se inician con la formación de dos filas, una en la que se sitúan los niños y la otra formada por las niñas. Las parejas siempre están de cara a la Virgen y entre los distintos movimientos destacan los trenzados de figuras, principalmente los conocidos como la “venia” o “reverencia” a la Virgen. Otras de las figuras relevantes es la “bóveda”, ocasión que ponen fin a la danza y en la que los arcos sirven para sostener a los niños que han nacido ese año. Este quizás sea uno de los momentos más relevante de la danza y donde mejor se expresa el sentimiento de pertenencia a un grupo y la manera de mostrar la devoción a la Virgen de Guía.

Los arcos, como elemento auxiliar que además da nombre a la danza, tienen un papel central en el desarrollo de las distintas coreografías ejecutadas. 

Tras la danza las panderetas en torno al ramo otorgan el protagonismo a las mujeres que con sus cantos continúan produciendo momentos mágicos y de extraordinaria riqueza. Se baila el Pericote y la música tradicional del oriente asturiano impregna de sonidos este momento festivo.

Gaitas, ramos, danza, panderetas, bandas, mantillas, penitentes y otros aspectos, hacen de esta celebración una ocasión única para comprender formas de ser y sentir de este pueblo asturiano.