En la localidad cántabra de Comillas debemos destacar las danzas y bailes que se ejecutan en la festividad de San Pedro en el mes de junio y las que tienen lugar en las fiestas en honor al Santo Cristo del Amparo en julio. Como sucede en otras poblaciones cercanas, los grupos de danzas reciben el nombre de “Picayos”.

La estructura del picayo se caracteriza por la introducción (pedir permiso), el romance a la imagen venerada, el saludo a las autoridades y agradecimientos, y por último se realiza el cierre del baile y la despedida.

Debemos tener en cuenta que se llama picayo al propio género musical. Una música religiosa con introducción, romance, saludo y conclusión o despedida como hemos señalado con anterioridad.

Asimismo, por el nombre de la música se llama también “Picayos” al tipo de danza que hacen y “Picayos” y Picayas” a los danzantes y pandereteras. El género de Picayos se hace en la zona que va del centro al occidente de Cantabria. En las zonas de la costa era tradicional que se danzase, por contra, en los pueblos más al interior lo cantaban, pero no lo danzaban.

La importancia del Cristo del Amparo tiene que ver entre otros asuntos por ser el patrón de los pescadores (desde 1676) y haberse convertido por tanto en un referente de las gentes del mar.  Prueba de esto último es el desarrollo de una procesión marítima de la imagen en sus fiestas y el papel que tienen los espacios vinculados con el mar y sus protagonistas.

Dentro de los distintos actos organizados en torno a esta festividad, nos gustaría subrayar el protagonismo que tiene la danza, una agrupación que esta formada por hombres, sin un número definido, aunque debe ser pares, y que solamente deben tener ganas de danzar y participar en los ensayos para formar parte de la danza.

Junto a los hombres que danzan se encuentran las pandereteras, un grupo de mujeres que tocan con sus panderos adornados con cintas de colores. El ritmo suele llamarse Torta y leche. Tor y ta son los golpes que se dan arriba. Le y che se dan abajo. De esa manera dos golpes arriba, dos abajo, se consigue un ritmo muy monótono, con una cadencia lenta y solemne, muy apropiada para tocar ante un santo. El toque, canto y danza son sencillos, pero con un marcado carácter religioso. Las mozas acompañan el ritmo con un canto de picayos.

En la actualidad, el día antes de la celebración del Cristo, los picayos y picayas acuden a la iglesia de San Cristóbal, en el casco histórico de Comillas, para sacar en procesión la imagen. Los picayos bailan en la plaza que hay frente a la iglesia y posteriormente se va en procesión hasta la lonja, en el puerto, donde el Cristo pasa la noche.

Si al día siguiente la marea acompaña, se procede a hacer una procesión marítima en la cual participan los picayos danzando a la salida del Cristo de la lonja (mientras lo suben al barco) y a la bajada del barco. Tras la procesión marítima se devuelve al Santo a la iglesia de San Cristóbal. En ambos trayectos; de la iglesia al puerto y del puerto a la iglesia, se hace un alto a la altura del cementerio para danzar los picayos para los que ya no están. El resto del camino, hasta llegar a la iglesia, no se danza.

Al día siguiente, el dieciséis, continúan los actos religiosos y se vuelve a interpretar la danza en la plaza de la Constitución. Pero antes, las picayas cantan al Cristo en el interior de la parroquia.

Una de las principales transformaciones experimentadas por esta danza tiene que ver con las vestimentas. Si bien los danzantes sí que iban de blanco, adornados con fajín, cintas en las alpargatas, etc, las mozas iban vestidas de calle, con las ropas del domingo. En estos momentos las mujeres llevan una especie de vestimenta de pescadora, con camisa blanca, falda azul, mandil, una toquilla o mantoncillo y van desnudas de pierna, calzadas con alpargatas.

Destacar que tanto esta danza como la de San Pedro, están muy arraigadas en la población y además han conseguido ser declaradas Bien de Interés Cultural Inmaterial por parte de la administración cultural de Cantabria.