En 2014 la Ofrenda de los Cirios  de Santa María la Real de Nieva fue declarada por el Instituto de la Cultura tradicional Segoviana “Manuel González Herrero” de la Diputación de Segovia, Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial por la implicación social, la decoración de los cirios y la conservación de las coplas, acompañadas éstas por la pandereta, señalando que puede que nos encontremos ante el único ejemplo provincial donde la pandereta sigue viva, concretamente formando parte de un rito.

El 7 de septiembre tras concluir la procesión con la Virgen de la Soterraña, se ofrecen 4 cirios a la Virgen: el de la Calle Segovia, Calle Miguel Ibáñez, Calle Mayor y Calle Ochando).

Los cirios se llevan de uno en uno al templo, pero antes de ese momento, las autoridades van a la primera de las casas de las pedidoras acompañadas de la banda y la comitiva que se une bailando.
Primero el de la Calle Segovia repitiéndose el patrón con todos los cirios menos el de la Calle Ochando. Antes hay reparto de bollos y limonada acompañados por la música de la banda.
A continuación, la comitiva es seguida por dos cirieros, dos pedidoras vestidas con mantilla y peineta (que son las encargadas de recaudar fondos en su zona para la cofradía de la Virgen y con ello sufragar la banda de música, o los predicadores), y la cantaora. Será la cantadora la que entonará las coplas a la virgen y al final los cirieros llevarán la gran vela a la cripta donde según la leyenda fue descubierta la Virgen. El párroco se encarga de recibir a esta comitiva junto con los cofrades. Dentro del templo, cada uno de los cirios hace un recorrido por el interior hasta el altar mayor. Una vez que el cirio está colocado en ese altar, una cantadora dedica coplas a la virgen acompañada tan solo por el ritmo de la pandereta.

«Virgen de la Soterraña, por ti mi amor es tan grande que mezclo en mis oraciones tu nombre con el de mi madre», dice una de las antiquísimas coplas que se escuchan. Los mozos van colocando los cirios que estaban en el altar en la reja, la nave donde se apareció la Virgen.

El de la Calle Ochando siempre es diferente. Sale de la Fuente Santa, el lugar donde se apareció la Virgen al pastor en 1392. La banda de música da relevo a los dulzaineros y tamborileros, sonido identitario de las tierras segovianas, que acompañan a la comitiva hasta la iglesia, mientras los vecinos adornan el momento bailando a ritmo de jotas.

Dentro de los protagonistas, como cantadora de los cuatro cirios, queremos destacar labor a mediados del siglo XX de Benedicta Núñez cuyo legado pasó a su nieta, Carmen Martín.

En relación a la ritualización de la Ofrenda de los Cirios, según Felipe Molinero, cronista de la Villa, en 1414, la reina Catalina de Lancaster donó a los Dominicos la ermita de Santa Ana, “pero se dio alguna intromisión por los vecinos de la villa que pusieron un receptor que cogiese la cera y la limosna que los fieles echaban en el cepo para el culto de Santa Ana distribuyéndolo ellos a su arbitrio”. Ya en 1467, Pedro Gómez, el que fuera contador del rey Enrique IV, instauró la costumbre de mantener iluminada la cripta donde apareció la imagen, y así consta: “Pedro Gómez primero y sus descendientes después tenían la obligación de nombrar un vecino para recaudar dicho impuesto”. Y desde ahí hasta ahora cada tarde del 7 de septiembre se repite el ritual.

En el Archivo Parroquial de Santa María en relación a la ofrenda de cirios la encontramos en el libro de fábrica de la iglesia de la Soterraña, con registros relativos a los cirios durante el siglo XIX y principios del XX. En 1836 ya se documenta el cargo de cirios de las pedidoras llegando por ejemplo en 1837 a las “cuatro arrobas de cera” o en 1845 a las 180 libras de cera que pesaron los cirios que ofrecieron las pedidoras, que valieron 702 reales.

En los libros de fábrica de la Iglesia de la Soterraña se documentan desde 1837 la ofrenda de los cirios en la velada (se entiende la tarde- noche de la víspera del 8 de septiembre, Virgen de la Soterraña) por parte de las pedidoras, que llevan asociada una gratificación desde 1836 de aproximadamente 40 reales, en alguna ocasión pagados en medallas. La cera se registra en arrobas (hasta 4) y en libras (hasta 180) llegando a recogerse hasta 650 reales por ella y cada pedidora viene de una calle: Segovia, Mayor, Moral, Ochando, y Miguel Ibañez.

Y en el acta de 1838-1839 se recoge como cargo en Cera: me hago cargo de ciento quince libras de cera de los cirios que ofrecieron las pedidoras de las calles de Segovia, Mayor, Miguel Ibañez, Moral, Santiago y Ochando que a razón de seis reales y medio libras importan setecientos cuarenta y seis reales y medio.

Estas coplas que entonan las cantadoras en el momento de ofrecer el cirio, fueron recogidas por Antonio Granero Zaldivar en 1949, registrando la siguiente letra: Virgen de la Soterraña/recibe esta pobre ofrenda/y cien vidas te daría/ si yo cien vidas tuviera

Igualmente, el Cancionero Castellano de Agapito Marazuela también recoge con el Nº 65 el Canto a la Virgen de la Soterraña con acompañamiento de pandereta y con la letra: Cinco leguas de Segovia/hay un pueblo que se llama/Santa María de Nieva /donde está la Soterraña. Esta versión es la que ha quedado popularizada entre las cantadoras.