Los sonidos de la gaita y el tambor, han definido y siguen definiendo, tiempos de fiesta y espacios para la tradición. Bodas, romerías, danzas, rondas y otros momentos de enorme relevancia, no tendrían sentido sin la existencia de estas músicas como notas que ayudan a interpretar y definir unas formas de vida.

En la mayoría de los espacios rituales de los territorios situados en el oeste peninsular, el inicio, el desarrollo y el final de la fiesta, la gaita y el tamboril están presentes. La presencia del tamborilero es uno de los elementos más recurrentes desde el punto de vista musical, de esta parte del territorio peninsular.

Los contextos rituales en los cuales se encuentran los sonidos de la gaita y el tamboril, se convierten en ocasiones de enorme relevancia a la hora de comprender el significado de unas músicas tradicionales que siguen, a pesar de las dificultades, teniendo presencia.

Aunque las transformaciones de algunas de estas fiestas, cuando no su desaparición, ha ido afectando a las músicas de gaita y tamboril, en la actualidad observamos una cierta resistencia e incluso revitalización de la figura del tamborilero y su papel en los contextos rituales.

Uno de los cambios observados, junto con la existencia de escuelas encaminadas a enseñar el uso de estos instrumentos, es la participación de mujeres tamborileras y la creación de encuentros, certámenes y festivales donde la gaita y el tamboril son los instrumentos centrales.

La gaita o flauta de tres agujeros, es un aerófono de bisel que consigue las distintas notas mediante la presión ejercida por el músico en el acto de insuflar el aire, combinado con el manejo de los dedos en los tres orificios con los que cuenta. El mismo instrumentista que sustenta la flauta con la mano izquierda tañe con la derecha un tambor que lleva pendiente del brazo izquierdo.

Otro tema a destacar del uso de instrumentos tiene que ver con los oficios relacionados con la construcción de los mismos. A diferencia de otras épocas en las que los mismos tamborileros construían sus instrumentos, en la actualidad, salvo excepciones, los tamborileros compran la gaita y el tamboril en tiendas especializadas o a determinados artesanos que podemos encontrar aún en algunas de las comarcas anteriormente señaladas. Este hecho ha provocado ciertos procesos de homogeinización respecto de los sonidos e incluso importantes cambios en las formas de interpretar y los tonos y melodías resultantes.

Por último, y estrechamente relacionado con las transformaciones señaladas, es importante destacar el cambio significativo que ha experimentado la figura del tamborilero, que ha dejado de ser un complemento auxiliar y se ha convertido en protagonista de los contextos rituales en los cuales participa.