El cuero ha sido un material muy utilizado por el hombre desde antiguo para resolver diferentes necesidades, fabricando con él infinidad de objetos útiles. Un material que se sigue utilizando en la actualidad para muchos usos.
Ver mapa InfografíaEl cuero ha sido un material muy utilizado por el hombre desde antiguo para resolver diferentes necesidades, fabricando con él infinidad de objetos útiles. Un material que se sigue utilizando en la actualidad para muchos usos.
Como primer paso para fabricar objetos de cuero es necesario preparar adecuadamente la piel de los animales, con un adecuado secado y posterior curtido. El curtido dota a la piel de flexibilidad y garantiza su conservación en el tiempo; sin este proceso las pieles se estropearían rápidamente. El proceso de curtido era un proceso muy artesanal que empezaba por añadir sal a la pieles para secarlas. De ahí pasaban a una pila donde mediante agua se eliminaba la suciedad y la sal, además de conseguir una mayor elasticidad. Se recortaba continuación la piel, procediendo después a someter a la piel a un tratamiento con cal y sulfuro que eliminaba pelo y epidermis. Tras lavar las pieles se descarnan mediante una cuchilla, un proceso que dejaba la piel ya perfectamente limpia. Luego, a través de distintos baños con diferentes productos, se optimizaba la limpieza con lo que quedaba preparada para el proceso de curtido, proceso que se realiza con tanino y que era el paso que conseguía ya las características del cuero. Tras el oportuno lavado y escurrido, se estiraban y se dejaban ya para un secado final. Por último, se engrasaban y, si así se quería, se añadía algún colorante. Y para finalizar se procedía a rebajar el espesor según el uso final del cuero, mediante una cuchilla. Estos sistemas tradicionales de preparación de pieles han sido sustituidos mayoritariamente por procesos industriales.
Con el cuero se fabrican una gran cantidad de objetos. Prendas de vestir y calzado han sido y son algunos de los usos más frecuentes, pero además, de este material se elaboran un elevado número de útiles: maletas, bolsos, correas, sillas de montar y otros aparejos para caballerías, balones y un sinfín de elementos que son todavía fabricados en cuero, tanto industrialmente como mediante procesos artesanos.
A los artesanos que trabajan y hacen objetos de cuero se les denomina con el nombre genérico de guarnicioneros, aunque algunas especialidades son conocidas por nombres específicos. Es esta una artesanía que todavía cuenta con numerosos profesionales especializados en un tipo específico de producto, aunque bien es cierto que algunos oficios han prácticamente desaparecido. Es el caso de los basteros o albarderos que se ocupaban en la fabricación de albardas que, con la desaparición de las caballerías como fuerza de trabajo, perdieron su función. Una situación que sucede con otras técnicas cuyos productos finales han perdido igualmente utilidad.
En todo caso, en la actualidad la artesanía del cuero goza de buena salud y son numerosos los talleres que se pueden encontrar todavía activos. La utilidad de muchos de estos objetos y la existencia de un mercado que prefiere disfrutar de objetos personales y únicos son las causas que están permitiendo que muchos oficios relacionados con el cuero gocen de una relativa buena salud. Existe además una nueva generación de artesanos en este campo aplicando nuevas técnicas y diseños con nuevas y sugerentes propuestas a los productos realizados en cuero, de los que podremos encontrar algunos ejemplos en nuestro recorrido por el Camino de Santiago.
El oficio de botero ha sido muy habitual en todo el medio rural español. Durante siglo los pellejos fueron el recipiente más habitual para almacenar y transportar vino y aceite hasta que la madera y el vidrio relegaron a los grandes pellejos. Sin embargo, la bota, como pequeño recipiente para uso personal, siguió utilizándose tanto por agricultores y ganaderos para llevar el vino durante la jornada laboral al campo, como en otras situaciones (excursiones, meriendas, …). Para este uso presenta algunas ventajas entre las que podemos destacar un menor peso que el vidrio, menor fragilidad que este y la posibilidad de extraer el aire de su interior, lo que facilita la conservación del vino. También adquirió un notable protagonismo como producto de recuerdo y regalo.
Así, el oficio de botero fue sobreviviendo gracias a una demanda que permitía mantener una producción suficiente. No obstante, esta situación se ha ido modificando y su uso ha ido disminuyendo, situación que ha provocado la paulatina reducción del número de artesanos.
En la actualidad esta artesanía se encuentra en un grave riesgo de desaparición. En España quedan menos de una decena de boteros, en general de edad avanzada y con escasas posibilidades de relevo generacional. Son múltiples las circunstancias que han conducido a esta situación. En primer lugar, la baja rentabilidad que se suple con un elevado número de horas de dedicación tanto en el proceso de fabricación como en el de comercialización; por otro lado la dependencia de buena parte de la venta del mercado turístico, lo que provoca que las ventas se vean condicionadas por las oscilaciones de este sector. A esto hay que añadir la cada vez mayor dificultad para conseguir los materiales necesarios como consecuencia de la disminución de la demanda de los mismos por los artesanos, en una espiral difícil de resolver. De no tomar medidas, es posible que esta artesanía desaparezca en breve plazo y, con ella, la disponibilidad de este objeto tan representativo de nuestra cultura.
Las botas tradicionales se fabrican con piel de cabra, el primer trabajo que hay que realizar es precisamente el esquilado de la piel para cortar el pelo. A continuación, se procede a dibujar con una plantilla la forma de la bota y recortar la piel y obteniendo una pieza que, doblada, nos dará la forma de la bota. Una vez recortada la piel se moja para que coja elasticidad y, una vez escurrida, se procede al zurcido, cosiendo el borde de la futura bota con el pelo hacia afuera y colocando en este momento las trabillas que permitirán el paso del cordón, una operación que se realiza con cuatro hilos, un cosido que tiene que ir bien apretado. A continuación, y en la actualidad con la ayuda de la máquina de coser, se cose una cita a ambos lados del cosido que se acaba de realizar.
Terminada la fase de cosido, se sopla la bota y se procede darle la vuelta, de manera que el pelo y la costura quede en el interior de la misma. En las botas tradicionales se conseguía la completa impermeabilización, se introducía en el interior pez a la que se añadía un poco de aceite de oliva y en caliente para facilitar una mejor distribución de la misma. Se procede luego a repartir la pez por el interior sobando varias veces la misma para que quede perfectamente distribuida. Finalmente se coloca el cabezal y se procede al atado, que es el medio que se continúa utilizando para fijar esta pieza y se protege con una tira de diferente material. Por último, se coloca el cordel que sirve para su transporte.
En la actualidad se ha generalizado la fabricación de botas de látex. En lugar de introducir pez en el interior para la impermeabilización, se introduce una bolsa con la forma de la bota de este material, que se fija al conjunto en el momento de atar el brocal. Tiene la ventaja de requerir menos cuidados que una bota de pez y no aportarle ningún sabor al vino.
La introducción del látex ha permitido que puedan utilizarse otros tipos de piel en la elaboración de botas ya que el sentido de utilizar exclusivamente piel de cabra estaba relacionado por la facilidad que presentaba esta para retener y distribuir la pez. Del mismo modo, el látex ha permitido poder desarrollar procesos de decoración en las botas (bordado, dibujo, color) al no entrar ya la piel en contacto con el vino, ofreciendo sin embargo las mismas ventajas comentadas anteriormente a la hora de poder transportar el vino.
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