Acogida tradicional

Compartir comida, uso social

Ver mapa

Comunidades autónomas

Comunidad Foral de Navarra

Castilla y León

Provincias

Navarra

Burgos

Comarcas

Auñamendi

Montes de oca

Localidades

Roncesvalles

San Juan de Ortega

Denominación

Compartir comida (uso social)

Fechas

Desde la Edad Media hasta 2020.
Estación: todas.
Descripción
Comida y bebida del camino

El uso de compartir comida es definitorio de una ritualidad cotidiana en todo el espacio del Camino de Santiago. Se relaciona en sus orígenes con las prácticas cristianas fomentadas por las cofradías y los hospitales para ayudar a los peregrinos a proseguir el Camino de Santiago. Geográficamente, compartir comida y ofrecerla entre peregrinos es un uso transversal, que sucede dentro y fuera de los edificios. Mientras los regalos de comida y bebida (ficha 5), u ofrecer comida entre peregrinos, acontecen normalmente en el espacio abierto del camino, la denominada “comida del peregrino” o el “menú del peregrino” tiene lugar en espacios cerrados: comedores de albergues, anexos de la iglesia o restaurantes. 

Puede decirse que compartir comida o mesa es un rito que une a la comunidad peregrina representando la fraternidad y la caridad cristiana que existe desde antiguo. 

Históricamente, en los hospitales y conventos donde se alojaba o cuidaba de los peregrinos se les daba la comida, ¿qué comida y cuánta? Gregorio Varela (2019, p. 19) , buscando cuánto necesitaba comer cada peregrino por día recoge que algunos monasterios (San Martín de Elizondo, y el hospital de San Martín) daban dos kilos de pan, medio litro de vino y otros productos de “condumio”, dependiendo de los víveres y la época del año .

Respecto a la comida colectiva que origina el concepto de “comida del peregrino” de Santiago tuvo su origen en la atención samaritana a los que eran atendidos en hospitales y monasterios, que normalmente carecían de medios económicos (o hacían la penitencia de cenar humildemente, cuando eran personas de alcurnia o recursos). Vázquez, Lacarra y Uría describen cómo eran esas comidas en el siglo XVI, en Pamplona el Hospital General creado por Remiro de Goñi, cuyos peregrinos comían en la Hospedería de la Catedral de este modo, según testimonió Domenico Laffi: 

Mientras se canta la misa mayor, dan de comer a doce peregrinos en una mesa aparejada en la misma puerta de la iglesia; hacen ir a todos los peregrinos a la salida de la cocina, donde el cocinero da a cada uno una escudilla de caldo en lugar de menestra, que en este país no se usa, y cuando todos tienen su escudilla les hacen ponerse en fila, y así van en procesión a la iglesia con su escudilla de caldo; se sientan a la mesa cada uno en su puesto, y viene un individuo con un cesto de pan y da uno a cada peregrino; después se acerca otro con un gran caldero de carne y reparte un trozo por persona; después otro lleva una tajada de carne de puerco a cada peregrino, y el último va con el vino y sirve un vaso por persona, acabando con esto la ceremonia; por la tarde dan la bendición del Santísimo con música». (Vázquez Parga, Lacarra, Uría, T. II, p. 116).

En el mismo lugar, en el siglo XVIII, Guillermo Manier recibió “sopa, bacalao, un panecillo blanco y dos vasos de vino” en su camino, cuando se les seguía alimentando, pues «los peregrinos van a comer a la iglesia catedral a las once; cuando faltan se toma en su lugar algún pobre sacerdote de la ciudad». (Vázquez Parga, Lacarra, Uría, T. II, p. 116).

Actualmente, las comidas de peregrinos continúan manteniendo el espíritu de favorecer al peregrino, relacionadas más con el afán de confraternizar que de alimentar al pobre. En el siglo XXI se registran dos prácticas comunes en el Camino de Santiago, compartir comida o mesa. 

Por un lado, continúa el hábito de compartir comida entre peregrinos, quienes en el descanso de su viaje saquen un alimento. Es una generosidad transversal a todo el camino. Esa tradición procede de las prácticas religiosas de compartir el alimento con el peregrino. Es común ofrecer la comida al amigo y al desconocido. Desde un bocadillo hasta lo que se pueda llevar en la tartera (RMA). El testimonio de Carlos Goga revela la vinculación del compartir comida con la percepción de la misión individual de un viaje compartido, cuando en Puente de la Reina registraba “Disfruté de la poca pasta y ensalada que me ofrecieron. Mientras comí, su conversación amiga sobre el Camino interior me abrumó. Todos buscamos algo.” (p. 42).

Respecto a la bebida, si bien la antropología registra usos culinarios antiguos de beber de un mismo jarro, cada vez es menos común, y probablemente desaparecerá por las medidas preventivas individuales tras el Covid-19. Lo mismo sucede con las tradicionales calabazas, en actual desuso. En general, cada peregrino lleva su cantimplora, por lo que “es raro compartir agua” (RMA). Es rara la existencia de botijos y botas, pero siguen apareciendo en las fotografías de los peregrinos dejando registro del proceso del viaje, incluso botas de vino con la concha de Santiago. 

Por otro lado, es común realizar comidas colectivas para los peregrinos.  Tienen lugar en numerosas partes del camino, en espacios localizados: restaurantes, hostales o iglesias. Aunque la práctica de la caridad cristiana sigue existiendo en refugios e iglesias del camino, se registran pocas comidas vinculadas a la gratuidad. Si bien en algunos concretos se alimenta a quien no pueda pagar, pues sólo piden el donativo, hasta el siglo XX se registraban comidas que tenían el carácter puramente cristiano de alimentar al peregrino, como seguidamente veremos.

En primer lugar, desde el siglo XX se registra la fórmula más vinculada a la tradición de ofrecer comida al conjunto de peregrinos que iban a la iglesia. Así, hasta fechas recientes, curas locales promovieron la confraternidad y recepción del peregrino independientemente de su condición económica. 

El más destacable es el famoso cura de San Juan de Ortega, quien es muy posible que en la década de 1940 diese de comer al propio Lacarra con su grupo, cuando se encontraban perdidos en Burgos. En su famosa obra comentaba Lacarra que Laffi se había desorientado por aquella zona, alimentándose con hongos del camino, y después narraba su propia experiencia, refiriéndose probablemente al cura de quie después daremos nombre y noticia: 

Aquí nos perdimos también nosotros cuando, hace años, camino de Compostela tratábamos de identificar la ruta jacobea. Pero tuvimos la fortuna de experimentar en San Juan de Ortega la caridad no desmentida del Santo fundador, pues, transidos por el agua de una mañana tormentosa del mes de julio, fuimos asistidos en casa del señor cura párroco, puestas a secar nuestras ropas, reposados nuestros miembros fatigados, después de repartir fraternalmente con nosotros la comida que para él tenía preparada. De este modesto cura de aldea cuyo nombre ignoro, guardaré siempre un emocionado recuerdo. Nos enseñó las joyas que conserva la iglesia, hoy destartalada y pobre, y que revela un abandono de muchos años; nos señaló el camino y aun nos acompañó parte de él hacia Atapuerca (Lacarra, T. II, p. 177).

Gracias al testimonio de Lacarra descubrimos que durante décadas en la misma parroquia equivalente práctica de acogida, al compartir comida y explicar los saberes históricos sobre su iglesia, como era el caso de “Don José María”. Se trata del párroco de San Juan de Ortega (Burgos), quien después de dar la misa invitaba a todos los peregrinos a las sopas de ajo que servían en tazas de peltre. Las hacían inicialmente sus hermanas Julia y Delfina, hasta que una falleció y siguió cocinando la otra hermana, custodias de la receta y del mantenimiento de la tradición culinaria del albergue que también regentaban. En su iglesia se daba una de las pocas “misas del peregrino” rurales a las que nuestras informantes pudieron asistir (donde se transmitía la información de la comida de forma oral, pue les “dijeron que luego daban sopas de ajo”), pues ya hay pocos lugares rurales donde se mantenga esa tradición culto, “pues muchas iglesias están cerradas” (RMA). Del párroco don José María ha quedado mayor registro, pues en 2004 recogía el premio Príncipe de Asturias de la concordia otorgado al Camino de Santiago (y en 2008 fallecía con 81 años de edad).

Además de esos casos más relacionados con la caridad cristiana bíblica, después existen otros dos tipos de patrones de comidas que se pueden asociar a la tradicional acogida, con el sentido de la hospitalidad y la búsqueda de la confraternidad. Probablemente están originadas en las prácticas heredadas del pasado de compartir pote y mesa (Ruiz Montejo, 2004, p. 35). Se trata de comidas conjuntas entre peregrinos o que favorecen precios especiales, ambos en general ya vinculados al sistema capitalista de cobrar un precio estipulado en vez de donativos. 

En segundo lugar está la “comida del peregrino”, que muchas veces es la cena por la hora en que se termina la larga jornada

“La comida del peregrino” actualmente es un rito de sociabilidad gastronómica que facilita una acogida y promueve la unión de la comunidad peregrina en torno a la mesa. En la zona cercana al inicio del denominado camino francés parece tener más fruición, propiciando que se conozcan los peregrinos que inician en esas zonas la etapa. Para algunos esta práctica es más conocida en la zona de Roncesvalles y sus inmediaciones, resultando una bienvenida en esas regiones donde comienza el Camino, pero está extendida a más lugares. La “cena del peregrino” se anuncia en bares o restaurantes a lo largo del camino. Depende de que haya un espacio de comidas, donde en general se anuncia con un cartel “Cena del peregrino”, para la que normalmente hay que reservar (RMA). 

La “cena del peregrino” es una invitación a socializar y confraternizar, e implica sentarse a la mesa con cualquier otro peregrino. Se dan múltiples conversaciones, se habla de muchas cosas, de temas vinculados al camino de Santiago, a las vivencias del Camino, de las etapas anteriores que se han pasado o las que quieren visitar (dando la referencia de su procedencia, como vecinos de un lugar) (RMA). El lugar común de las conversaciones es en general el Camino de Santiago, siendo una sociabilidad a la mesa claramente temática y que promueve el espíritu que incentiva a continuar la peregrinación.

En tercer lugar, a lo largo de casi todo el camino de Santiago francés en España tiene lugar “el menú del peregrino”, un menú del día con un precio especial. Hay quien los disfruta en muchos lugares de cena, alternando con el bocadillo regional a la hora de la comida (RMA). Hay numerosos albergues y restaurantes que cuentan con estos precios especiales y pueden encontrarse normalmente anunciados en los mismos recintos, o incluso marcados en las guías de mano (J. M. Somavilla, 2016).

Anexos

Blanco Vila, Luis, “Las trazas del camino”, El Camino de Santiago, Luis Blanco Vila (Coord.), Madrid, Ed. Complutense, Cursos de Verano de El Escorial 93-94, 1996, 9-14. 

Cortés Arrese, Miguel, Por las sendas que conducen al sepulcro del patrón Santiago, 1994.

Don José María, el cura de las sopas de ajo, El Camino de Santiago desde Asturias, 24-Febrero 2017, disponible en: https://elcaminodesantiagodesdeasturias.blogspot.com/2017/02/don-jose-maria-el-cura-de-las-sopas-de.html 

Entrevistas realizadas por MZM a Rosa Montes Allén (peregrina 1965-2021): julio -agosto 2021. (8 ago 2021 RMA entrev. Oral, 20h “El cura de las sopas de ajo del que salió una reseña en El País”).

Goga, Carlos, Mi caminar, recuerdos del Peregrino, Historias de Leo, 2009.

Granero Gallegos, Antonio. El camino de Santiago: Guía de vivencias del peregrino del siglo XXI, 2010.

Lacarra, José Mª “De Nájera a Burgos”, en Luis Vázquez Parga, José Mª Lacarra, Juan Uría Ríu, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Madrid, Tip. Blass, 1949, T. III.

Llopis Orrego, Maria del M. Bajo la mirada de Heracles: los usos sociales del agua, 2010. 

Ruiz Montejo, Inés. El Camino de Santiago: andares de un peregrino en la España del siglo XII, 2004.

Somavilla, José Manuel Guía del Camino de Santiago a pie, Madrid, Tutor, 2016 (reed. 1999).

Varela, Gregorio, “Comer para un largo caminar”, El Camino de Santiago, Luis Blanco Vila (Coord.), Madrid, Ed. Complutense, Cursos de Verano de El Escorial 93-94, 1996, 15-24.

Vázquez de Parga, Luis, en: Luis Vázquez de Parga, José M. Lacarra, Juan Uría Ríu, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Madrid, Tip. Blass, 1949, T. II.

Vázquez Parga, Luis y José Mª Lacarra, Juan Uría Ríu, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Madrid, Tip. Blass, 1949, T. II. (116).

Fotografías

  • IPCE. Fototeca: Fuente del Peregrino: Logroño. Kirche Santiago: Vista parcial de la torre de la iglesia de Santiago. Casas con balcones, cableado eléctrico y niño[s] delante de la fuente del Peregrino. Archivo Wunderlich (Otto Wunderlich). Signatura: WUN-08592. Fecha: c. 1929-1936. Disponible en: 

 http://catalogos.mecd.es/IPCE/cgi-ipce/ipcefototeca/O13253/IDbc65d217/NT14

 

Rosa Montes Allén ; Manolo Lamazares.

María Zozaya-Montes mzozayam@yahoo.es

Compartir comida, uso social

.