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Galicia
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Lugo
Comarcas
Serra do Courel
Localidades
Denominación
Alvariza, cortín, albar, corticeira, apiario, colmenarSegún indica la UNESCO, el patrimonio cultural es aquel que recibimos del pasado, que disfrutamos en el presente y que transmitiremos a las generaciones futuras. También establece que ciertos lugares tienen un “valor universal excepcional” y, por este motivo, pertenecen al patrimonio común de la humanidad. No obstante, el patrimonio cultural no se limita únicamente a los bienes de gran relevancia (monumentos, conjuntos, etc), protección y divulgación, sino que existen infinidad de manifestaciones y bienes culturales que, con frecuencia, pasan desapercibidas o se conocen únicamente a nivel local. Muchos de estos recursos culturales se encuentran en mal estado de conservación: ocultos entre la vegetación, en estado de semiruina o ya desaparecidos.
Cuando recorremos alguna de las múltiples rutas jacobeas (camino francés, primitivo, del norte, portugués, de invierno, etc), tenemos la fortuna de poder observar y de deleitarnos con el vasto patrimonio cultural que existe en sus proximidades y que, en su mayoría, no son bienes precisamente monumentales, ni están declarados Patrimonio de la Humanidad o, incluso muchos de ellos, no están catalogados ni mucho menos declarados BIC (Bien de Interés Cultural).
Dado que el tipo de territorio en el cual se encuentran distribuidos estos recursos patrimoniales es de ámbito principalmente rural, la mayoría de ellos son de carácter arqueológico, etnográfico o inmaterial y, entre todos los posibles, en este análisis me referiré a uno de ellos, que se enmarca dentro del etnográfico. Entendemos por patrimonio etnográfico, aquellos LAS ALVARIZAS O COLMENARES TRADICIONALES 2 bienes que poséen una importante huella histórica e identitaria y, por lo tanto, una gran relevancia social a nivel territorial, y se puede entender como el conjunto de manifestaciones y tradiciones que representan la cultura y la identidad popular de una comunidad concreta, y puede ser tanto a través de bienes materiales como inmateriales, siempre que rerflejen la cultura tradicional. También se puede decir que contienen una gran cantidad de información sobre la relación que cada comunidad ha mantenido con su entorno y modo de vida tradicional. El bien cultural que nos ocupa en este caso, consiste en una construcción utilizada en la apicultura tradicional, muy presente en el territorio y de gran interés estético y compositivo. Como en casi todo, las formas de denominar este bien son variadas, aunque las predominantes son alvariza o cortín.
Los valores que podemos asociar, a parte de los inherentes a la propia construcción e interés etnográfico, son diversos: pudiendo destacar los productos apícolas que en ella se producen como son: la miel, el polen, la jalea real, la cera, los propóleos o el veneno de abeja, que además pueden comercializarse, incluso con el valor añadido que le puede conceder una denominación de origen protegida, certificación de producto ecológico, etc. Otro valor fundamental es el pedagógico, al servir de recurso para entender la apicultura tradicional, el patrimonio cultural y, formando parte de él, el etnográfico y la técnica constructiva de la piedra seca o los métodos de construcción de trobos u otros elementos utilizados. También otro de los posibles valores interesantes es como atractivo turístico, al ser un bien original y poco frecuente o inexistente en otros territorios, más aún al estar muchos de ellos situados en las proximidades del propio Camino de Santiago.
DESCRIPCIÓN
Como ya decía anteriormente, entre las diferentes construcciones que podemos encajar dentro de lo que se considera patrimonio etnográfico, las alvarizas en este territorio figuran de manera destacada y consisten fundamentalmente en un recinto amurallado formado por unos muros levantados con la técnica de la piedra seca, por cierto declarada recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, y su función era y sigue siendo la de proteger a las colmenas, las abejas y los productos apícolas del ataque de posibles depredadores, principalmente el oso.
Estos cerramientos suelen tener unas dimensiones generosas, superando el metro de ancho y alcanzando o llegando a superar los 3m de alto. La construcción acostumbra a ser de planta circular u ovalada aunque, para adaptarse a la configuración del terreno o de la propiedad, pueden adoptar otras formas y ocupar una superficie muy variable, que irá en función del tamaño de la explotación. En estas paredes, que se culminaban con una especie de repisa a modo de voladizo robusto constituido por pesadas losas de piedra solapadas denominado frecuentemente como vardal, no existen otros huecos que el que sirve de acceso a su interior y suele ser de pequeño tamaño y cerrado con una recia puerta de madera.
El interior de las mismas suele consistir en un espacio diáfano y a cielo abierto aunque, con frecuencia, suelen disponer en la zona contigua a la entrada de un pequeño galpón cubierto que se utilizaba como taller y/o almacén. Como en buena parte de los terrenos en los que se sitúan las alvarizas son en zona de ladera con cierta pendiente, para darles estabilidad a las colmenas, se construye en la superficie interior una especie de bancales hechos también de piedra seca formando escalones y denominados, entre otros nombres posibles, sillas, en los cuales se asientan dichas colmenas. En la parte interior de la pared se acostumbra colocar piedras que sobresalen y que sirven de escalones para poder subir LAS ALVARIZAS O COLMENARES TRADICIONALES 4 a lo alto del muro y, de este modo, poder revisar el vardal y realizar las labores de conservación en el mismo.
Las colmenas que tradicionalmente se utilizaban, denominadas trobos o cortizos, tenían una forma cilíndrica o cúbica y se construían con el corcho extraído de la corteza de alcornoque o con tabla principalmente de madera de castaño; en su interior se colocaban una serie de palos que cruzan el trobo de un lado a otro y en distintas direcciones para darle estructura y que las abejas pudieran apoyar los panales de cera y, finalmente, se cubrían con una losa de piedra.
FICHA
Las alvarizas o colmenares tradicionales en el Camino de Santiago
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