Comunidad Gitana

Historias de vida

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Descripción

Además de una de las modalidades de la investigación cualitativa, la historia de vida es siempre un relato en primera persona y constituye una herramienta fundamental para recoger en forma de recuerdos y vivencias las experiencias que marcan la identidad y la forma de ver el mundo propias de la comunidad de la forman parte las personas que aportan su testimonio. Su principal valor es que permite acceder a informaciones relevantes sobre las personas y las sociedades de las que forman parte que resultan muy difíciles de visibilizar sino es a través de esta manera concreta, tangible y encarnada. Este valor es todavía mayor en el caso de grupos sociales subalternos, cuya voz ha sido silenciada generalmente, tal y como ocurre con el caso del pueblo gitano.

La infancia y la escuela

Yo empecé ya la escuela a los 8 años y estuve hasta los 12 porque tenía un maestro que de vez en cuando me cogía de la oreja, que se llamaba Don Manuel. Ese me obligaba a ir a la escuela y quería que estudiara. Y sí que las orejas me las estiró bastante (sonríe), era una gran persona porque se preocupó mucho de que estudiáramos. En aquellos tiempos se estudiaba muy poco. Pero aún conseguí estudiar lo suficiente luego para defenderte un poco en el escribir, en leer y en demás. Si no, hubiera sido muy difícil, pero gracias a ese maestro que era tirador de oreja profesional, lo conseguimos. Hombre n. 1958 (Zaragoza)

Lo que más recuerdo de la infancia es que me gustaba mucho ir al colegio. Empecé en parvulitos, luego nos pasaron a primaria, lo que era EGB antes, y estuve hasta sexto. Me gustaba esa sensación de estar en la mesa, tener mi sitio, mi mesa, mi silla. Era algo que me entusiasmaba. Yo quería seguir, pero había que ir a un pueblo a cinco kilómetros en bus y eso a mis padres no les parecía bien. Aparte que mis hermanas tampoco habían podido ir, ni habían podido estudiar porque ellas se pusieron a trabajar. Yo, a los once años, en cuanto acabé la primaria, pues ya iba a trabajar al campo y no pude llegar más allá, aunque el director del colegio estuvo en mi casa diciéndole a mi madre como que tenía posibilidades de sacar lo que yo quisiera, que me gustaba mucho… Pero mi madre en ese momento le dijo que sí a todo y en cuanto se fue yo le pregunté a mi madre si era verdad que yo podía ir a los Salesianos de La Almunia y me dijo que no, que lo había dicho por decir pero que no podía ser porque tenía que ir a trabajar y ayudar en casa. Estuve trabajando en las almendras la primera vez que fui a trabajar. Después me llevaron a coger uvas, a la vendimia, un trabajo super duro, para personas fuertes. Y después de ahí, al mes siguiente, me llevaron a coger olivas con un ambiente muy frío. Mujer n. 1970 (Ricla)

Yo he sido un poquico corto pero sí me ha gustao mucho y he admirao mucho lo que hacía mi padre. Mi padre era un galán. Era de esos gitanos morenos con un bigote… Dentro de su pobreza, pero siempre iba como un galán. Con mucha educación, con mucho respeto. Yo siempre lo admiraba porque yo era pequeñín, salía a la calle y cuando hacía un buen día pues la gente pasaba: “Buenos días”. «Buenos días» Se paraban a hablar, y siempre con la nobleza y la verdad por delante. Y eso es lo que a mí me gustaba, lo admiraba. Y prefería estar muchas veces sentao viendo cómo hablaba mi padre con otras personas mayores en vez de estar jugando por ahí. Admiraba mucho a mi padre. Supongo que como todos. Hombre n. 1976 (Jaca)

Yo a lo mejor tendría según me dicen dos o tres años y recuerdo a mi padre que me hacía un compás con un bastón en el suelo y eso me hechizaba. Con el paso de los años iba viendo a mi padre, que era guitarrista profesional, tocaba muchas horas en casa y yo me ponía al lao a escucharlo y ya pues a partir de cierta edad, seis, siete, ocho años pues ya empezaba a intentar como llevarle el ritmo de alguna forma. Eso fue como mi comienzo musical, con mi padre. Viéndole tocar, él me hacía así en la mesa: “venga compás, compás verdadero”. Y yo trataba de imitar ese compás. Luego con el paso de los años, voy a ver a mi padre ensayar y en uno de los ensayos que él hacía estaba con una banda grande de aquí de Zaragoza, que era Combays, y yo vi una banda ahí con batería, con bajo, con trompetas, con teclao y eso a mi me cautivó, recuerdo que ensayaban en un local de la zona que dicen de Sementales en Zaragoza. Desde ahí yo sentí una pasión, porque acompañando a mi padre en los conciertos, estar en los camerinos, ver como salía, yo me quedaba sin que me viera el público, en el escenario mirándole, viendo como la gente le aplaudía, viendo cómo probaban sonido, viendo cómo disfrutaban y eso a mí me enganchó. Hombre n. 1980 (Zaragoza)

En el colegio, realmente, no había mucha población gitana, éramos como tres o cuatro niños gitanos en total, y los profesores hacían muchas veces distinciones entre nosotros y la población mayoritaria, en el sentido de que cuando venían Navidades o ciertas celebraciones siempre intentaban que nosotros habláramos de lo que era nuestra realidad como gitanos en ese tipo de celebraciones. Pero el hecho más reseñable es que yo descubrí mi gitaneidad en el colegio. Yo era una niña de alrededor de seis o siete años, estaba en preescolar, y unos niños empezaron a acusarme de ser gitana, como si ser gitana fuese algo horrible y además violento, y empezaron a decirme que como era gitana sus madres no les dejaban jugar conmigo. Entonces, yo me disgusté muchísimo ese día y salí corriendo a decirle a mi madre que me habían dicho que yo era gitana, que fíjate tú. Entonces, mi madre tuvo la desagradable tarde de tener que explicarle a su hija que ser gitana no era malo y que, efectivamente, yo sí era gitana, que esos niños lo decían bien y que ser gitana no tenía nada de malo. Entonces fue cuando yo me di cuenta de que siempre iba a haber una distinción entre yo y el resto de la sociedad por mi gitaneidad. Mujer n. 1985 (Zaragoza)

La vida adulta

Iba pasando la vida hasta que un día conocí a una persona que sin duda cambió mi vida, mi forma de ser y entender esta vida. La primera persona que me dijo que era guapa. Tenía yo dieciocho años cuando nos pedimos y diecinueve cuando me casé. Nos casamos y yo salía a acompañar [a su familia] porque eran vendedores ambulantes. A los dos años nació nuestra primera hija y ya me quedé en casa y me dedicaba a cuidar a la niña y hacer las cosas de la casa hasta que, a los cuatro años y siete meses exactamente, nació la segunda chica. Lo más importante: mis hijos. Después, a los cuatro años o así, nació mi tercer hijo. Fue muy importante porque hacía nueve meses, poco más, que había fallecido mi suegro y empezamos a tener un poco de problema. [Pasó el tiempo y] mi marido empezó con cuarenta y siete años en la Universidad de Navarra, se sacó algo que él quería, que era mediador social. A continuación también me lo saqué yo. Él primero encontró trabajo y después yo. Pude realizar mi sueño de ser secretaria, que es lo que ahora estoy haciendo. Mujer n. 1970 (Zaragoza)

Cuando me casé y empecemos otra vida fuera de la gravera trabajando en hostelería ya hemos tenido más relación con los payos que con los gitanos, con los gitanos lo justico. Con mis hermanos nos vemos poco pero más que nada por eso, porque nos fuimos de ahi y cada uno ya tenemos nuestra vida. Nos juntamos muy poco pero en las bodas y celebraciones sí, allí tres días antes ya te llaman «mira que hay que hacer esto» y ya todos hacer piña y ayudar a hacer todo. Mujer n. 1973 (Jaca)

Es cierto que las diferencias de mi día a día, de mi trabajo con horario partido y mi pareja en casa, pues a lo mejor difiere mucho de la vida que pueda tener mi prima más pequeña, que está esperando a un niño, que trabaja en el mercadillo y se casó a los diecisiete. Es probable que esas diferencias hagan que sea más difícil continuar la misma relación que tenía anteriormente con mi gente más cercana, sobre todo a nivel de amistad. Ahora, hemos conocido hace cuestión de seis o siete años a una pareja que también es interracial, que es de un chico árabe y una chica blanca, y hemos hecho muy buenas migas con ellos y entonces pues nos llevamos muy bien, porque muchas de las cosas que sufre mi amiga por estar con un árabe, las ha sufrido N. por estar con una gitana, y yo con el chico pues igual. Entonces cuando estamos juntos hay muchas cosas que poner en común, y eso hace que como amigos nos haya unido bastante. Mujer n. 1985 (Zaragoza)

Los racismos

Yo recuerdo que era pequeño y no había trabajo para el gitano. Entonces, nos visitaron unas señoritas de Acción Católica. Y cuando comenzaron a hablar con nosotros, con la familia, no sé qué les llamó la atención de ese niño pequeño, que era yo, y me hicieron alguna pregunta y no sé muy bien qué contesté. Se hablaron entre ellas y me dijeron si quería ir a la escuela. Para mí era el deseo más grande que podría existir, como niño, de ir a la escuela. Y me llevaron a Teruel al colegio de los Salesianos, una escuela de bastante nivel. Y vino también un hermano mío que tengo, veintidós meses más joven que yo. Al tercer día, recuerdo que el profesor me puso a escribir en la pizarra, a copiar lo que él había escrito, y copié tan perfecto que él me tomó de ejemplo para los demás, ahí vino el problema. Cuando le dice a los demás alumnos: “Mirad el ejemplo de Alfredo que en tres días que hace [que ha venido] y cómo ha copiado”. El asunto es que roban cuatro libros y me dice a mí el profesor: “Yo sé que tú no has sido, pero pregúntale a tu hermano. Que no se preocupe que si los ha cogido, los devolvemos y no pasa nada”. Fui donde mi hermano y le digo: “¿Has cogido los libros? Dámelos que los devuelvo al profesor y no pasa nada”. Me puso el puño en las narices y me dijo: “Yo no soy un ladrón”. “Bueno, bueno, vale”. Entonces voy al profesor y le digo: “No ha sido mi hermano”. Y dice: “Ya me lo imaginaba”. Total, que el profesor sacó quién fueron los niños que robaron esos libros pero nos echaron la culpa a los gitanos (ríe), ¿a quién les van a echar la culpa? Y otro día oímos unos gritos, fuimos corriendo y había un montón de niños encima de mi hermano, pegándole. Los quitamos los niños de encima, al otro día volvemos al colegio y… esto tiene mucho significado pa mi vida. Vienen catorce o quince niños, uno con un esparadrapo p’aquí, el otro por la cabeza, ¡el otro que le había mordido la mano…! Bueno, me dice así [el profesor]: ”Alfredo, no me queda más remedio que expulsar a tu hermano del colegio». Pero me dice: ”¿tú no te querrás quedar, verdad?”. Porque sabía el profesor que si yo me quedaba, harían lo mismo conmigo. Digo: ”No, me voy con mi hermano”. Cuando yo salgo de aquel colegio, unos treinta o cuarenta metros, me quedo mirando y ¡me entró un odio hacia el payo! Hombre n. 1941

En colegios y en todo hay mucho racismo. Por ejemplo, iba mi cría que era pequeña al colegio y se ponía a tajar en la papelera, y si estaba ella tajando otros críos no se acercaban. Y si estaban ellos y se acercaba la mía llegaban ellos y se iban. O la insultaban llamándola gitana, que olía, cuando nunca en mi casa ni hemos sido sucios ni hemos olido, al revés, hemos vivido toda la vida en Jaca y nos hemos intentao integrar, pero tampoco nos han permitido mucho, por ser gitanos. Mujer n. 1973

Alguna vez el racismo sí que lo hemos sentido. Y el que no lo vive no puede saber lo que es el racismo. Es doloroso estar en una sala de hospital, yo lo digo porque es lo que he vivido, era muchísimo antes de la pandemia, y sentarte al lado de una persona y de un señor, y susurrarse al escuchete, al oído, levantarse y marcharse al otro lao. Es doloroso que te den una oferta de trabajo, que vayas de los primeros porque necesitas el trabajo, tienes una familia y hay que alimentarla, porque el dinero no viene del cielo. Y que llegues puntual al lugar, antes tú que el dueño del trabajo, y que luego entres adentro y te diga: “No, no, si ya he cogido una, la tengo ya”. Y no había nadie, llegando el primero. Como eso, muchas veces. Hombre n. 1976 (Jaca)

TRASMISIÓN

Más allá de estudios específicos, las historias de vida se construyen de manera cotidiana en el intercambio oral de experiencias entre personas que se sienten cercanas entre sí. En este caso, cobra especial valor por su carácter poco habitual el hecho de que estas experiencias se pongan al alcance de la mayoría de la sociedad no gitana.

VALOR

A través de estos fragmentos de transcripción de entrevistas se muestra una selección de episodios de especial trascendencia personal y colectiva para las personas que conforman el pueblo gitano en Aragón en torno a pasajes de la infancia y de la edad adulta así como a ejemplos de situaciones de racismo, diferentes en función del paso del tiempo y de los cambios en la situación política general, y que marcan de manera dolorosa su experiencia como colectivo minoritario. Son solo una muestra parcial de la manera en que cualquier persona gitana en Aragón construye el relato de su propia identidad y lo trasmite a sus personas de confianza y generaciones venideras.

ANTIGÜEDAD Y CONTINUIDAD

Las historias de vida constituyen un patrimonio inmaterial de carácter oral que se mantiene vivo y cambiante conforme se produce su propia trasmisión. Su antigüedad se limita al periodo vital de cada una de las personas informantes.

SALVAGUARDA

La continuidad de este elemento del patrimonio inmaterial no se considera en peligro pues el hecho de narrar las propias vivencias más significativas a otras personas cercanas o depositarias de su confianza es precisamente uno de los mecanismos básicos para ir construyendo la propia personalidad y autoimagen. No se considera, por tanto, que requieran ninguna acción específica de salvaguarda.

Anexos

DÍAZ, Luis Miguel; RIVAS, Félix A.; RODRÍGUEZ, Daniel y RODRÍGUEZ, José Francisco. Patrimonio inmaterial del pueblo gitano en dos ciudades aragonesas vinculadas al camino de Santiago: Zaragoza y Jaca. Madrid, Acción Cultural Española, 2022 (estudio inédito).
IBOR MONESMA, Carolina. Músicas y palabras en Valdejalón. La Almunia de Doña Godina, Tintaura, 2012.
MONESMA, Eugenio (dir.). Drun Lachó: gitanos en Aragón

Huesca, Pyrene P.V., 1986.
NIETO, Antonio; DUART, José y BORJA, César Miguel. Gitanos de Aragón. Zaragoza, edición de los autores, 1979.
PROFESORADO CPEPA JACETANIA. Dron, dron caló. Camino, camino gitano. Barrio San Jorge, Jaca. Jaca, CPEPA Jacetania, 2010.

Sancho Ramo, Gerardo. Imagen tomada bajo el puente del ferrocarril tendido entre la Almozara, y la Ortilla, entre los pilares de apoyo de la margen izquierda. Archivo Municipal de Zaragoza

«La Zaragoza gitana (La Quinta Julieta)». https://youtu.be/vpgdbVdsYBQ

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