Intervención de la artista Irene García-Inés Aguado sobre el resto arquitectónico de la espadaña situado a las afueras de Foncebadón (León) con el objetivo de destacar la Hospitalidad en el Camino de Santiago.
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Abril 2022 inicio de producción. Junio 2022 instalación (permanente).El proyecto está desarrollado por la artista Irene García-Inés Aguado, con la colaboración del arquitecto Alberto García Martínez, para llevar a cabo una intervención artística en el resto arquitectónico de la espadaña situado a las afueras de Foncebadón (León) cuyo objetivo es destacar la Hospitalidad en el Camino de Santiago.
Foncebadón es el último pueblo de la Maragatería que recorren los peregrinos, antes de descender a tierras del Bierzo. De la espadaña solo subsiste en la actualidad la mitad norte, que presenta un claro riesgo de ruina inminente. Con este proyecto, a la vez que se recupera parcialmente la forma que tuvo, su silueta, se acoda la mitad sobreviviente, para que sirva de soporte y marco a la intervención artística.
Con esta intervención se quiere contribuir a la recuperación de Foncebadón, un enclave importante del Camino de Santiago donde ya se ha restaurado el Refugio de peregrinos y algunas casas destinadas a servir al peregrino, superando así una situación pasada apenas hace dos décadas, cuando este lugar quedó completamente despoblado.
Las tesseras de Hospitalidad o tesseras Hospitalitatis eran dos piezas de material diverso que encajaban perfectamente entre sí como un puzzle y que se utilizaban tradicionalmente en la península ibérica para formalizar el pacto de hospitalidad entre 2 clanes o individuos: la persona que daba acogida se quedaba una de ellas mientras que la persona que era acogida se quedaba la otra, firmando una especie de contrato que tenía la categoría de sello eterno: el deber sagrado de recibir, vestir, alimentar y proteger a un extraño. Esto es precisamente lo que significa etimológicamente la palabra hospitalidad en latín (Hospitium), que a su vez viene del griego (Fi-lo-xe-nía): amor a los extraños.
Se dice que estos pactos eran incluso más importantes que los lazos de sangre y que la persona que daba acogida tenía hasta la obligación moral de defender al acogido ante la justicia si era necesario. Los romeros jacobeos asumieron de por sí este derecho sagrado sólo por tener ese estatus de «peregrino» y esto les permitió recibir siempre la ayuda necesaria en los pueblos y aldeas de la península para llegar a Santiago.
Las tesseras tenían formas simbólicas e inscripciones grabadas en sus caras. En la intervención artística de Foncebadón se ha querido hacer alusión a este objeto interpretando la mitad de la espadaña que queda en pie como media tessera hospitalitatis, con su forma tan representativa de lo que fue la acogida tradicional en el Camino, ya que son los restos de un monasterio medieval dedicado a atender peregrinos. Dado que el proyecto encargado consiste en reconstruir la mitad que falta con una intervención artística, esa parte nueva se propone como la mitad contemporánea que completa la tessera, y su inscripción, la que ha quedado grabada para la Historia en el significado etimológico de la palabra hospitalidad, la cual aparece en griego por la cara este y en latín por la oeste, formalizando un pacto con el propio Camino, al recordar lo que significa verdaderamente este concepto de acogida y que no puede ser alterado por ciertos intereses: un gesto de elevación cultural y humana que siempre se ha tenido a gala en la tradición rural popular y por tanto en el mundo jacobeo que lo atravesaba. La espadaña se convierte así en una tessera gigante que sella el pasado y presente perpetuando y visibilizando a gran escala el significado profundo de la Hospitalidad, como si pusiéramos una lupa en un diccionario de 8 metros de altura, y de ahí la tipografía de su inscripción.
Completa la intervención una «patrona de la hospitalidad» alojada en una hornacina del lateral sur de la nueva espadaña, inspirada en elementos alegóricos de la única habitante del pueblo durante años, la señora María, que dio acogida a cuantos peregrinos pasaron por el abrupto puerto y se convirtió en un referente de la defensa del rural y del patrimonio material e inmaterial al conseguir que no se llevaran a un museo las campanas del pueblo (María argumentaba que eran su medio de comunicación con el exterior). Al nacer la figura de una campana, introducimos este elemento propio de una espadaña en una ubicación distinta a la habitual pero dentro de la propia edificación, poetizándolo más aún si cabe, y se crea una conexión con la espadaña actual del pueblo, la cual se puede contemplar perfectamente desde nuestra ruina, volviendo a conectar pasado y presente. El peregrino se la encuentra por sorpresa y de forma intimista al acercarse al monumento y rodearlo, pudiendo tener un momento de silencio y contemplación sobre la trascendencia que la acogida tradicional jacobea está teniendo en su propia vida y la de sus compañeros de Camino.
Tessera hospitalitatis. Irene García-Inés
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